viernes, 15 de julio de 2011

Las personas aman, sienten. Las personas entregan su corazón, las personas reciben corazones y los cuidan, los miman, los destrozan, los devuelven, los tiran. Las personas sufren, son decepcionadas, lloran, gritan. Las personas sienten dolor y piensan en la muerte, sienten celos y se pierden en sí mismas. Las personas avanzan, retroceden, cometen errores y aciertan. Las personas olvidan, las personas recuerdan. Las personas se alegran de recordar, lloran por recordar. Las personas se sinceran y les hacen daño, las personas se protegen tras escudos y no dejan entrar a nadie. Las personas se arrepienten, las personas se asoman al pasado y caen al vacío. Las personas perdonan. A veces es tarde. A veces es el momento indicado. Las personas aprenden, las personas piensan en el futuro y corrigen sus pasos, aprenden de sus aciertos, los disfrutan. Las personas aprenden de sus errores, los enmiendan, los evitan. Las personas dicen "te amo" a otra persona. Luego a otra. Luego a otra. Luego a otra. Luego a otra. Las personas no mienten, las personas sólo sienten. Siempre sienten. Las personas son vulnerables al tiempo, pero los sentimientos son eternos. Por eso las personas se enamoran una vez, y otra. Y otra. O solo una. Cada persona es un mundo. Cada corazón una galaxia y cada amor una historia que se guarda dentro, que se escribe en una sonrisa. Que dura para siempre o se pierde entre un millón de estrellas. Pero siempre aparece otra. Porque personas, hay millones. Y todas las personas sienten. Todas sufren. Todas caen. Pero todas se levantan.

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